ADIOS.
Por: Yesenia de Catota.
Ayer despedí a ala duda
que merodeaba mi alma
le pedí que se alejara,
que se fuera ya de mí.
Corroída por la rabia
se marchó llorando inquieta
deseosa de morderme
al menor mirar atrás.
Me mantuve yo tan firme
que no tuvo más remedio
que diluirse en el aire
e irse con alguien más.
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